El relato de un testigo que se topó con un poltergeist

La palabra poltergeist proviene del alemán. Es una palabra unificada entre polter y geist. Polter, hace referencia a ruido, mientras que geist alude a fantasma. De modo que lo que quiere decir esta palabra, es algo así como el ruido generado por un fantasma. Aunque en esencia, no necesariamente tiene que ser un ruido. 

El fenómeno de los poltergeist ha acompañado al ser humano desde lo más remoto de su historia. Pero solo en la era actual, con tanta tecnología y cámaras de videos en nuestros teléfonos móviles, resulta más fácil captarlo. Son miles, por no decir millones, las personas que anualmente son víctimas de los poltergeist. 

El señor Alberto Pertejo-Barrena, originario de España, le ocurrió en el año de 1990. Su experiencia con dicho poltergeist aconteció en Cleveland, en el Estado de Ohio, en los Estados Unidos. Por entonces, como profesional en derecho, editor y consultor de marketing, trabaja en una empresa que disponía de residencias para sus empleados. 

Una cadena de sucesos inesperados

Los fenómenos sobrenaturales de los que fue testigo fueron diversos. Y el que más recuerda, es el que ocurrió la primera noche, cuando a punto de cocinarse unos huevos, el sartén en la estufa comenzó a vibrar de manera involuntaria. La vibración produjo un ruido siniestro que captó toda su atención. 

Poco después, Alberto sería testigo de cómo un conjunto de tazas y copas de la misma cocina, se estremecían entre sí en el interior de la alacena. Fue un suceso que más allá de llevarlo al pánico, lo obligó a tener una actitud reflexiva y razonable. Así que en días posteriores se contactó con el empleado de servicio técnico. 

Fue esa persona, quien le indicó que no existía ningún flujo de aire que provocara el ruido el movimiento del sartén ni mucho menos el de los objetos en la alacena. Resulta esta duda, Alberto se mantuvo indiferente, pero tiempo después se enfrentaría a nuevos sucesos poltergeist. 

Aceptar la realidad y convivir con el poltergeist 

Por ejemplo, una noche de abril, mientras veía la televisión, sintió que en su vivienda asignada empezó a descender la temperatura. Para él resultó bastante extraño, porque en dichas épocas en los Estados Unidos no predomina el frío. Así que se dirigió a monitorear el aire acondicionado. En efecto lo encontró encendido. 

Una vez más el poltergeist lo obligó a acudir al personal de servicio técnico, llegando a considerar que el aire acondicionaba se accionaba por algún temporizado mal optimizado o cualquier otra cosa similar. La respuesta que obtuvo fue bastante similar a la anterior: no existía ningún tipo de programación que activara el aire acondicionado. 

Otros sucesos continuaron repitiéndose, acompañando su estadía. Durante un tiempo, a Alberto no le quedó otra opción que aceptar dicha realidad. De hecho, estuvo a punto de confesar las experiencias que estaba viviendo con sus jefes y los directivos de la empresa para la que trabajaba. Pero le resultó bastante ilógico tener que confesar algo así.

El asunto de la novela que se deterioraba 

De modo que, Alberto decidió no prestarle atención a los poltergeist y convivir con el problema. Pero el episodio más fuerte que lo sorprendería sería el desgaste que afrontaría una novela que extrajo del depósito de libros de la empresa. 

Era un libro de apariencia nuevo, cuyas páginas empezaron a deteriorarse, como si fuese víctima del paso de muchas décadas. Las páginas adquirieron una coloración rosa y en ocasiones, encontraba el libro mal ubicado. Como editor profesional, a Alberto le sorprendía la degradación que estaba sufriendo aquel tomo al que trataba con mucho cariño.

Durante los meses que vivió en aquella residencia, fue testigo de otros sucesos escalofriantes. Aunque para su suerte, su salud mental se mantuvo estable. Lo más curioso para él, es que cuando llegó la hora de marcharse de la residencia, recibió un nuevo poltergeist a manera de despido. Aquel último fenómeno ocurrió en el perchero de un armario. 

La hora del despido 

Alberto se sorprendió al ver como las perchas empezaron a deslizarse sobre el tubo del armario. De acuerdo a sus palabras, sintió como si un dedo invisible estuviera empujando a las perchas. Fue algo que lo dejó en una especie de shock. Pero dada la convivencia que llevaba durante esos meses con ese fenómeno, no resultó tan inquietante como para generarle un infarto. 

Alberto finalmente abandonó ese lugar, llevándose en su mente una experiencia que dice no olvidará jamás. Ser víctima de un poltergeist lo marcó profundamente en el inicio de esa década de 1990. Una experiencia que llegó a comentar en el programa Cuarto Milenio de España y hoy es considerado como un serio referente de lo que supone vivir con sucesos sobrenaturales. 

¿Te ha pasado alguna vez? ¿Te gustaría que te pasara? ¿Estarías dispuesto a afrontar mentalmente lo que supone vivir con un poltergeist? 

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